Domus Cáliz

por si alguna vez no fuese posible vivir en otro lugar

15/12/07

En la cocina por Navidad


Leo otro capítulo de Las arquitecturas del deseo, de José A. Marina y me voy a la cocina a preparar una cola de salmón con verduras. Llevo un par de ideas sobre la voluntad irrenunciable de los humanos para desear, sobre su obsesión por ser sólo esas cosas que salen de su voluntad. Sofrío espárragos y unas judías verdes troceadas con ajo fino, añado un puñado de gambas peladas. Tiene tanta razón Marina, hay algo antes del deseo, algo previo que no conocemos y que llega a explicar incluso esta locura de comidas y bebidas continuas que llaman Navidad. Corto la cola de salmón en dados y los añado a las verduras removiendo para dorar muy levemente, sin llegar a alterar la carne por dentro.
Es posible que seamos sólo una pasta de deseos organizados según un patrón que reconocemos apenas nos cruzamos con un semejante. Un sofisticado catálogo de pulsiones que tratamos denodadamente durante décadas de organizar. Una salsa de queso de cabra sirve para escarchar el pescado y las verduras, para disimular que a veces el salmón no se liga con nada.
Me gustaría tanto probar esta comida fría, cuando el queso se haya convertido en una costra que engarce las gambas con los espárragos. Pero el deseo es eso. ¿Ustedes gustan?

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