Domus Cáliz

por si alguna vez no fuese posible vivir en otro lugar

4/11/09

La habitación Ayala

Ayala y la recuperación de un maestro del relato
Parece que llegó por fin el momento en que Granada recupere definitivamente a uno de sus escritores más destacados. Cierto que ha habido antes de ahora otros homenajes, congresos y visitas de Francisco Ayala, pero de alguna forma esta cita, que tiene mucho de singular ya que se trata de celebrar también su centenario, debe lograr que no podamos ya olvidarnos de un autor tan importante. Ayala debe formar parte del paisaje cultural y social de esta ciudad, igual que otros grandes creadores que también fueron relegados en su día por motivos políticos.
Para quien esto escribe Ayala es doblemente importante, doblemente necesario. Primero porque es posiblemente el mejor escritor de relatos que ha dado esta tierra desde Pedro Antonio de Alarcón. Más aún, los textos breves de Ayala se cuentan entre lo mejor del siglo veinte en lengua castellana, y ciertamente que hay mucho con lo que competir. Y segundo, porque podría haber sido ese espejo que las generaciones de cuentistas granadinos de los últimos cincuenta años hemos tenido que buscar en otras partes.
Ayala es pues un gran relatista. Sus primeras colecciones de cuentos, El boxeador y un ángel, recogen ese aire de modernidad y vanguardia que tanto ha faltado en nuestra tierra por motivos históricos. Sus posteriores volúmenes, Historias de Macacos, La cabeza del cordero o Los usurpadores, nos enseñan que la literatura, además de bucear en los más profundos conflictos y tentaciones humanas, además de poseer una marcada vocación estética que convierta el lenguaje en un arte y una diversión, debe poseer también una intención moral. Las narraciones cortas de Ayala, gran conocedor de la sociología y la historia reciente de nuestro país, son honestas, muy humanas, y quizás por eso mismo muestran un inevitable de sentido del humor, un constante asomo de duda.
En este tiempo híbrido que nos toca vivir, cuando los géneros breves tienen que abrir nuevas vías a la creación, El jardín de las delicias, con ese deje tan borgiano, nos enseña que la meditación más profunda, el juicio en forma de palabra, el gusto por encontrar lo común y auténtico del hombre en sus mínimos gestos, puede ser un camino interesantes para los escritores de generaciones futuras.
Bienvenido Ayala a tu tierra, donde tanta falta nos han hecho los maestros.


artículo publicado en el diario Granadahoy, con motivo del centenario de Franciso Ayala

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